Se inicia este año con el Perú sumido en una profunda crisis política que el gobierno en cinco meses ha agudizado, impulsando la debacle de la otrora admirada economía peruana, en medio del acecho de la variante Ómicron del Coronavirus.
Se han dado cifras engañosas para sorprender a los incautos diciéndoles que la economía ha crecido 13%, cuando lo real es que esa cifra es un rebote producto de la caída del 11% en el 2020.
Por otro lado, irracionalmente Castillo mantiene como objetivo de su gobierno el llamado a una inconstitucional Asamblea Constituyente, para cambiar totalmente la Constitución; esto ha originado la fuga de capitales más grande de nuestra historia en el 2021, calculándose en US$15,000 millones, impulsando asimismo la devaluación del sol frente al dólar, encareciendo las importaciones y el aumento de precios en la canasta familiar.
En pocas palabras más pobreza, menos puestos de trabajo y más mendicidad, en un país donde la inversión privada genera el 80% del empleo digno y que el gobierno no podrá compensar con asistencialismo, peor aún el Banco Central de Reserva pronostica que en el 2022 no crecerá, lo que aumentará la desocupación.
Es impresionante el pésimo manejo de los conflictos mineros, que ha llevado a la destrucción de varios campamentos y al cierre de las Bambas, una de las diez empresas de extracción de cobre más grande del mundo, ante la permisividad del gobierno frente al delito de bloqueo de carreteras, inadmisible en cualquier país donde debe imperar el derecho y no el caos y el desorden.
Ante la gravedad de estos
hechos y la preocupación del gobierno chino por ser una empresa de esa
nacionalidad, se realizó el 30 de Diciembre una reunión que presidió la
Presidenta del Consejo de Ministros Mirtha Vargas, llegándose a acuerdos
iniciales entre la minera y las comunidades de Chumbivilcas, luego de ello y
con una dosis de optimismo la empresa está reanudando sus operaciones.
Desgraciadamente el daño ya se
hizo, originando que se paralicen inversiones de exploración minera por miles
de millones de dólares.
Enredando aún más este
panorama se teme que el gobierno disponga un aumento de aranceles y encarezca las
importaciones. Para supuestamente beneficiar a algunos agricultores y a productores
textiles de Gamarra, pero originando aumentos de precios en artículos de vestir
y en comestibles, ya que el Perú importa entre otros productos maíz y trigo, el
primero para la avicultura, por lo que subiría el precio del pollo y el segundo
afectaría el precio del pan; además, se incrementaría el contrabando que ya es
una plaga en la Región Puno.
En conclusión, el panorama
económico para el 2022 en nuestro país es muy preocupante, ya que podría
llevarnos a un magro crecimiento de nuestro Producto Bruto Interno (PBI), en un
país que requiere justamente lo contrario para solucionar los serios problemas
socioeconómicos que nos afectan.
Se complicaría más el problema
si la variante Ómicron del coronavirus se extiende en el territorio nacional,
regresando a una política de confinamientos o si el gobierno continúa nombrando
personas inadecuadas en cargos de responsabilidad, priorizando aspectos
ideológicos sobre el profesionalismo, haciéndole un gran daño a la
administración pública.
¡Estemos atentos a los hechos
y decisiones que veremos en los próximos días!