el cambio climático y la amazonía

Entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre se realizó la COP-26, en Glasgow-Escocia, una nueva cumbre climática para adoptar acuerdos frente a la amenaza generada por la emisión de gases de efecto invernadero, que están destruyendo la capa de ozono y que pone en peligro a nuestro planeta.

Asistieron 25,000 delegados de 200 países y alrededor de 120 jefes de Estado.

Se ha estimado que si las emisiones de estos gases continúan al ritmo actual, la temperatura de la superficie terrestre podría aumentar 2°C de calentamiento global alrededor del año 2040, dañándose los ecosistemas, lo que entre otras calamidades originaría que suba el nivel de los mares por el derretimiento de los Polos, desapareciendo ciudades enteras que se encuentran al nivel del mar.

Si se encarara con Justicia este problema, deberíamos tener muy claro que los países desarrollados del mundo, que habitan en el hemisferio norte y que viven en sociedades de bienestar, son los grandes destructores del clima mundial, al emitir el 91% del dióxido de carbono que genera el efecto invernadero que hoy nos preocupa.

Ellos son los grandes consumidores de combustibles fósiles como el petróleo, gasolina etc. al tener millones de vehículos, aviones, industrias que les permiten un alto nivel de vida a su población; en contraste América Latina convive con la pobreza, emitiendo en su conjunto el 5% de estos gases, el Perú solo emite el 0.04%.

Queda claro que son los países desarrollados los que tienen que disminuir drásticamente sus emisiones, cambiando su matriz energética, entre otras acciones con el empleo de energías limpias, transformando su industria.

Esta es la clave del problema, lo real es que existe gran resistencia en el primer mundo para hacerlo a la velocidad que se requiere, por los costos que ello implica, más barato les sale financiar a ONGs Ambientalistas, que vienen a nuestro país para impulsar la intangibilidad de nuestros bosques a través de Parques Nacionales y mitigar de esta manera el daño que ellos producen, generando miseria en la Amazonía, al dejarse de explotar los recursos maderables que existen.

Esta estrategia se basa en que los árboles absorben carbono de la atmósfera liberando oxígeno y reduciendo la cantidad de CO2. Por ello se busca que nuestros bosques mitiguen el daño producido.

Si bien es cierto que debemos proteger los bosques y no permitirse la tala ilegal, la agricultura errante y la minería ilegal que producen la malsana deforestación, también es cierto que la explotación forestal responsable sustenta a miles de familias y podría sacar de la pobreza principalmente a las comunidades nativas que viven en su mayoría en la miseria.

Por ello se deben realizar acciones de protección sin llegar a radicalismos, que terminen afectando los compromisos del milenio que el Perú ha adoptado en la lucha contra la pobreza.

Esto nos obliga a estar atentos ante las acciones que se tomen para detener la deforestación y que parte importante de los 19 mil millones de dólares que se ha acordado en la COP-26, para protección de los bosques hasta el 2030, vengan a nuestro país con un ingrediente de desarrollo humano.

Nuestra Amazonía está siendo observada por el mundo, requiere que los peruanos se comprometan con ella.

  

 

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