A casi 100 días de gobierno del Presidente Castillo deja muy clara su política fiel a la izquierda radical peruana, que permanece estancada en la ideología que esa corriente política mantuvo durante la guerra fría a lo largo del siglo 20, sin tomar en cuenta la caída del muro de Berlín en 1989 y el desmoronamiento de la Unión Soviética en 1991, optando por cerrar los ojos ante estos hechos, sin analizar las causas que los propiciaron, debidas al fracaso en generar mejores condiciones de vida para su población, con un modelo económico estatista que anuló la inversión privada.
Tampoco han analizado lo sucedido en China donde en 1978 Deng Xiaoping aperturó la economía a la inversión, produciéndose el desarrollo asombroso de este país, con altas tasas de reducción de la pobreza, donde más de la mitad de las exportaciones chinas las realizan empresas extranjeras.
Menos aún han observado lo que ha sucedido en nuestro continente con Cuba y Venezuela, donde se ha hecho todo lo contrario y se mantienen modelos de desarrollo que han empobrecido a sus pueblos, produciendo un gran éxodo de sus ciudadanos, perdiendo un valioso capital humano que hoy enriquecen a otros países como lo vemos en el Estado de Florida en EE. UU.
Distinto es el caso uruguayo donde José Mujica llegó a la Presidencia en el 2010 gobernando ese país por cinco años, con un programa de izquierda mirando hacia el futuro, enterrando los resentimientos sociales, a pesar de que había estado 15 años en la cárcel, al haber integrado el Movimiento Guerrillero Tupamaros, en una ocasión en un enfrentamiento armado fue herido de seis balazos.
Al llegar a la Presidencia colocó como ministros en las carteras de manejo económico, a profesionales que mantuvieran la política de gobiernos anteriores, promoviendo la inversión nacional y extranjera; colocando en los Ministerios de proyección social a funcionarios de izquierda.
En ningún momento se le ocurrió tratar de derogar la Constitución de 1967 que rige hasta hoy.
Desafortunadamente en el Perú las cosas son diferentes, Castillo viene haciendo justamente lo contrario a lo que hizo el gobierno izquierdista uruguayo y sigue impulsando políticas que llevaron a la miseria a los países que integraron la órbita soviética en el siglo 20 y a Venezuela al implantar el Socialismo del Siglo 21.
Acá el gobierno se mantiene firme en cambiar la Constitución y destruir la inversión, generando incertidumbre en un momento trágico para nuestro país, donde ya hemos superado los 200,000 fallecidos en esta pandemia, con un pronunciado declive en nuestro desarrollo económico.
Lo lógico sería enfrentar esta crisis con políticas totalmente diferentes, sin embargo, observamos que se está haciendo prevalecer la ideología ortodoxa y radical de izquierda, con una fuerte dosis de resentimiento social, sobre cualquier otra consideración que permita mejorar las condiciones de vida de la población.
Para muestra un botón, en el caso del gas de Camisea el presidente Castillo sigue impulsando su imposible expropiación, ya que tendría que cancelar por adelantado un aproximado de 30,000 millones de dólares, cuando esto no es necesario, ya que lo que se requiere es masificar el gas para que llegue barato a todos los peruanos.
En conclusión, gran preocupación por nuestro futuro.