Los peruanos venimos haciendo grandes esfuerzos para superar la grave crisis sanitaria que ha llevado a más de tres millones de peruanos a la pobreza y ha ocasionado más de 190,000 fallecimientos.
Como si esto fuera poco vivimos en una profunda crisis política con un país polarizado entre dos posiciones diametralmente opuestas, una buscando la reactivación económica encarando la pandemia con medidas coherentes y de probado éxito en otros países y la otra ideologizada dando prioridad a convocar una asamblea constituyente, que profundizaría la crisis económica aumentando la pobreza y la miseria en nuestro país.
El impulsor de esta incoherencia es el Partido Político Perú Libre con su candidato presidencial Pedro Castillo, los que no contentos con eso buscan entre sus propuestas nacionalizar los principales yacimientos de oro, cobre, plata y hierro de nuestro país, lo que terminaría afectando la principal fuente de ingresos del Estado Peruano, me refiero a la inversión minera, generando además la fuga de capitales que ya se ha iniciado con miles de millones de dólares que ya han salido del Perú.
El problema es la incertidumbre; un día sale su vocero económico Pedro Francke diciendo que no se va a estatizar la inversión privada y al día siguiente sale otro vocero a decir que los invitados no llevan la voz del Partido, generando intranquilidad en los agentes económicos y la volatilidad del dólar.
Esto ha originado según lo manifestado por el Sr. Adrián Armas gerente central de Estudios Económicos del Banco Central de Reserva (BCR) que en lo que va del año han tenido que vender al mercado cambiario US$10,300 millones, la mayor intervención vendedora en un solo semestre.
¿Hasta cuándo se podrá controlar el precio del dólar? Lo que se vislumbra es un alza del costo de vida que terminará afectando a los que se quiere beneficiar, mientras tanto los exportadores tendrán más ganancias. ¿Es eso lo que proponía Castillo?
Desafortunadamente muchos peruanos se han dejado llevar por discursos encendidos en medio del drama que vivimos, sin vislumbrar que entre el 2006 al 2019 no se gastó en promedio 10,940 millones de soles anuales que estaban presupuestados por ineficiencia de los gobiernos centrales, regionales y locales, teniendo en la actualidad a nivel nacional 16,870 millones de soles en obras paralizadas. Todo esto al lado de la corrupción que nos lleva a pérdidas anuales de millones de soles.
Esos son los problemas que tenemos que encarar, es ilógico que se afirme que cambiando la Constitución la pobreza disminuirá en el Perú; peor aun sabiendo que la actual Carta Magna ha permitido su disminución sustancial, así tenemos que en el año 2004 ésta llegaba al 58.7% de nuestra población, llegando a disminuir hasta el 20.1% en el año 2019, para subir en el 2020 al 30.1% en solo un año, originando un retroceso de 10 años en esa lucha gracias la pandemia y a las pésimas decisiones que en el aspecto económico tomó el ex Presidente Vizcarra.
Como lo dice el economista Diego Macera más que cambiar la Constitución se requieren cambios en tres políticas económicas: La descentralización, un sistema laboral disfuncional y plagado de malos incentivos y sobrecostos que llevan a la informalidad.
¡Ojalá que los profesionales venzan a los agitadores políticos!