El Narcotráfico en la pandemia

Las drogas afectan seriamente lo más sagrado del ser humano, su cerebro, constituyéndose en un enemigo de la salud pública, desafortunadamente poco a poco está afectando a un porcentaje mayor de la juventud peruana, arruinando su futuro al crearles una dependencia que afectará los estudios y emprendimientos que decidan enfrentar, llevándolos a un futuro oscuro en sus vidas. 

 

Actualmente el Perú es el segundo productor de cocaína del mundo, exportando esta droga a diferentes países en Europa, Asia, México y nuestros países limítrofes, habiendo disminuido sustancialmente la que va a los EE.UU., según la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) estaría llegando el 4% de nuestra producción, la que potencialmente está en 491 Toneladas (491,000Kg), según la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de la Casa Blanca (ONDCP) en su último reporte del 2017.

También menciona que en nuestro país tenemos 49,800 Hectáreas de Hoja de Coca casi 13% más que el año anterior. Al enfrentar la inseguridad ciudadana debemos tener en cuenta que uno de los grandes impulsores de ella es el narcotráfico, que en esta pandemia se ha visto golpeado por el cierre de fronteras, puertos, aeropuertos, aislamiento social con cuarentenas, toques de queda y la suspensión de actividades económicas para la adquisición de insumos. 

A pesar de ello en el VRAEM la producción de Pasta Básica de Cocaína (PBC) y Cocaína no se ha detenido, según fuentes del Ministerio del Interior, los laboratorios clandestinos y pozas de maceración, están elaborando droga sin cesar, buscando nuevas rutas para colocarlas en el mercado, así se han reanudado los vuelos de narcoavionetas en ésta área, mencionado por el Sr. Jaime García en su artículo “Impacto del Coronavirus en el Tráfico Global de Cocaína” que a la letra dice: “Otro aspecto que se ha registrado en días recientes es la reactivación de narcovuelos desde el mismo VRAEM (Zona que produce el 70% de la Cocaína Peruana) hasta Bolivia, que habían sido suspendidos y trasladados 400 Km. al norte del VRAEM en el 2016”. 

Como vemos los narcotraficantes no permanecen estáticos se reinventan de acuerdo a las circunstancias actuales; antes de la pandemia muchos consumidores utilizaban la cocaína por placer, por recreación, ahora pueden estar utilizándola como alivio a sus preocupaciones, derivadas del colapso económico que no solo se vive en el Perú sino en el mundo, por ello en medio de las dificultades de transporte, distribución y entrega utilizarán entre otros medios las tecnologías digitales. 

Aquí en la Región Ucayali debemos estar atentos y ser conscientes que estamos conectados a nivel fluvial con el VRAEM y que la ruta a través de los ríos Apurímac-Ene-Tambo-Ucayali, hacia la frontera con el Brasil en la cuenca del río Tamaya puede incrementarse aprovechando que continua en prioridad el empleo de las PNP y las FFAA en actividades relacionadas a la contención de la epidemia del Covid-19. 

Debemos tener presente también que nuestra Provincia de Atalaya está convulsionada con los vuelos de narcoavionetas que se producen desde hace unos años en el distrito de Sepahua, de donde sale Cocaína hacia Bolivia principalmente, los que también deben merecer nuestra atención; desafortunadamente dos leyes de mi autoría no han sido implementadas, me refiero a la Ley 30339 “Ley de Control Vigilancia y Defensa del Espacio Aéreo Nacional” la que le da a la FAP amplias facultades para interceptar vuelos ilícitos, esta situación implica responsabilidades al estarse violando el Art. 165 de nuestra Constitución que indica que nuestras FFAA tienen como finalidad primordial garantizar la independencia, soberanía e integridad territorial, aquí se viola con impunidad nuestra soberanía aérea. 

 La otra Ley es la 30796 “Ley que Autoriza la Participación de las FFAA en la Interdicción contra el Tráfico Ilícito de Drogas en Zonas Declaradas en Emergencia” que tampoco ha sido implementada como la norma indica en el VRAEM, permite el accionar directo de las FFAA contra el narcotráfico sin apoyo policial, lo que aumentaría sustancialmente las operaciones contra este flagelo, teniendo en cuenta el despliegue de las FFAA en esa área y los reducidos efectivos policiales existentes, no se reemplaza a la PNP en su labor constitucional, debiendo las FFAA poner inmediatamente bajo su jurisdicción a los detenidos y al material incautado.

Atención especial deben merecer nuestras Comunidades Nativas, las que están sometidas al riesgo de invasores para ampliar la frontera cocalera, o en el tránsito de narcotraficantes en búsqueda de nuevas rutas, por el amedrentamiento que puedan sufrir con consecuencias de diversa índole. 
 
 En la Provincia de Padre Abad pueden incrementarse los cultivos de hoja de coca al estar suspendida la erradicación por la cuarentena y por la difícil situación económica que se ha generado como consecuencia de la pandemia, por lo que es muy probable que se incremente la producción de cocaína teniendo en cuenta que el 89.7% de la hoja de coca en el Perú va al narcotráfico y el 10.3% al consumo tradicional, lo indica la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). 
 

En conclusión, debemos estar con los ojos abiertos ante el reacomodo del narcotráfico en su búsqueda de nuevas rutas, el comercio y distribución de sus malsanos cargamentos, porque pueden terminar inundando nuestras ciudades con droga en detrimento de nuestra juventud, incrementar la inseguridad ciudadana y afectar a nuestras comunidades nativas con su accionar delictivo.

 

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